Alguna vez todos nos hemos parado a reflexionar sobre nuestras vidas y pensado aquello de “¡Quién me lo iba a decir!”; La historia de Alejandro Muchada es un claro ejemplo de cómo la vida te puede cambiar cuando menos te lo esperas.
Todo empezó en 2011. Hasta ese año, su vida transcurría como la de cualquier estudiante de arquitectura de la Universidad de Sevilla. Sí has leído bien, arquitectura, lo que ni él mismo se olía era que terminaría diseñando no edificios precisamente, si no más bien algunos de los “vinos de culto del futuro”. Como así lo sugiere la Master of Wine , periodista y crítica de vinos inglesa Jancis Robinson.
En fin, a lo que iba, Alejandro Muchada por aquel entonces estaba inmerso en su Tesis doctoral sobre Arquitectura y se disponía a viajar a Marruecos, pero debido a un cambio de planes terminó viajando por Francia de mochilero, visitando granjas ecológicas. Y es aquí cuando una amiga le dijo si quería hacer una vendimia con la familia de una compañera suya del máster, de apellido Léclapart.
Cabe mención, para contextualizar, que hasta la fecha la experiencia de Alejandro con el mundo del vino ni siquiera se limitaba a la de abrir botellas en las cenas de amigos como puede hacer cualquier aficionado al vino o un servidor. Y mucho menos le sonaba ese apellido francés.
Pero Alejandro Muchada, a parte de ser una persona de sonrisa infinita, como decimos por el sur es “mu echao pa´lante”; así que sin pensarlo se presentó en un pueblecito francés llamado Trépail ubicado en las montañas de Reims, en pleno corazón de la Champaña. Allí conoció a David Léclapart, uno de los vignerons mas reconocidos a nivel mundial y defensores de las técnicas de trabajo biodinámica en el viñedo, del que podríamos escribir largo y tendido.
Alejandro ajeno a todo esto, se quedó enamorado de todo lo que engloba una vendimia tradicional…
“Me impactó el ambiente familiar que se respira, el amor y el respeto a lo que hacen, los detalles…..volví a España flotando en una nube”
Esto ya no se podía parar, así que como os podéis imaginar, al año siguiente allí que se volvió a presentar. La relación entre Alejandro y David se iba haciendo más fuerte, tanto que en el siguiente año, allá por el 2013 fue David Léclapart quien visitó el Marco de Jerez para disfrutar de unas vacaciones.
Como todo buen embajador de su tierra, Alejandro para hacer las vacaciones de su amigo David más amenas aún si cabe, ya que por ese rinconcito del Sur es muy difícil no pasar una de las mejores vacaciones de tu vida, decide realizarle una visita a alguna bodega de la zona, y por aquel entonces sólo conocía a Miguel Gómez, de Bodega Vinifícate, de los cuales hablaremos en otro momento porque también tienen lo suyo.
A todo esto, cuando en la conversación sale que la visita es para un tal David Léclapart, la reacción de Miguel sería algo como “¡Ostia Ale, que ese tío es famoso!” . Vamos como si de repente en mi campamento musical de los veranos resulta que me da las clases de guitarra un tal Slash y no me entero hasta dos años después de quien era el tío de la peluca con chistera.
Tras esa visita de David a Sanlúcar, Alejandro empezó a encajar en su cabeza ciertas cosas y a tomar conciencia de quien se había estado empapando de tantos y tan buenos conocimientos y sobre todo del rumbo que estaba tomando su vida.
Como si se tratase de Daniel Larusso, el pequeño karate kid que aprendió a ser una máquina de matar casi sin darse cuenta con las enseñanzas del señor Miyagi, se propuso “ dar cera y pulir cera” en el mundo de los vinos.
A estas alturas, como era de esperar, llega el momento de tomar una decisión en firme y llevado por esa filosofía que le inculcó David Leclapart, en la que la regla básica es…
Todo vino comienza por el trabajo en el viñedo.
Da un paso adelante y en 2016 arrienda dos parcelas en el famoso Pago de Miraflores para comenzar a trabajarlas desde el principio.
Es cuando David Leclapart le ofrece todo su apoyo y experiencia, fruto de esa sociedad nace “Muchada-Léclapart”, un singular proyecto basado en la selección de los mejores suelos de albarizas con viñedos de palomino antiguo, trabajados con viticultura biodinámica, buscando la expresión más pura y delicada de la Palomino, vinificando con la mínima intervención.
Hoy día cuentan con unas tres hectáreas de viñedo repartidas en tres parcelas, La Platera, en Miraflores Baja, con una superficie de 1,7 hectáreas de viñedo de Palomino antiguo de unos 60 años en su mayoría, sobre suelo de albariza tosca. Esta parcela que tienen en propiedad es la más emblemática. Miraflores Alta con 0,5 hectáreas de viñedo de Palomino antiguo de unos 50 años de edad media, plantados sobre suelos de albariza de lustrillos. Pago Abulagar, en Chipiona, que cuenta con 0,9 hectáreas de viñedo viejo de Moscatel sobre suelos arcillo-arenosos; uno de los pocos viñedos viejos que quedan por la zona.
Al principio los agricultores de la zona se echaban las manos a la cabeza cuando veían el manto verde que cubre el viñedo...
Se sonríe Alejandro mientras nos explica que esto lo hace deliberadamente para “crear estructura y equilibrio” en sus vinos; esto se consigue enriqueciendo y promoviendo los suelos vivos con la mínima intervención en el viñedo. Para ello cuenta con la ayuda de “Regalito” un mulo que según comenta, tiene más seguidores en Instagram que él mismo.
Bromas a parte, el arado con animal, más superficial que el realizado con maquinaria, permite que las capas de microorganismos del suelo queden intactas. De esta manera se consigue obtener unos rendimientos muy equilibrados, manteniendo unos estándares de concentración y calidad de las uvas óptimas.
Cuando buscas las excelencia tienes que arriesgar al máximo.
En la bodega, el trabajo es igual de minucioso donde se trata con suma delicadeza la uva tras la vendimia. Sólo se le añade una mínima dosis de sulfuroso al principio del proceso de vinificación, a pesar del riesgo que esto conlleva a cambio de no “matar emociones” al vino.
La fermentación en todos sus vinos es espontánea, sin añadir levaduras seleccionadas ni ácidos y posteriormente el vino descansa con sus lías unos 9-10 meses para finalmente ser embotellado sin ningún filtrado ni estabilización en frío.
Fruto de este trabajo, actualmente elabora tres vinos con una personalidad única. Univers, elaborado con la palomino más joven, es el vino de entrada a este “universo” de Muchada-Leclapart, un vino fresco, salino y delicado. Lumiere es la seña de identidad del proyecto.
Elaborado 100% con Palomino antiguo, rompe con todos los esquemas de los vinos del Marco, aúna elegancia y delicadeza con estructura y suntuosidad en boca. Elixir, elaborado con Moscatel y Palomino, es un vino floral, delicado, exuberante y exótico.
Vinos sin maquillaje
Llegados a este punto, habréis podido comprobar que Muchada-Leclapart trata de encontrar la expresión más pura y delicada de la Palomino, deja que la viña hable por sí misma, buscando el equilibrio en los suelos para que la planta se alimente de lo que le es indispensable y esta a cambio da lo mejor de sí.
Esto tiene pinta de ser el principio de algo grande y prometedor. En mi humilde opinión, es cuestión de tiempo que el público general tome conciencia de la importancia del valor de estos proyectos de gran personalidad, que expresan de una forma pura el entorno de donde proceden. El hecho de encontrarte en cualquier parte del mundo, abrir un vino que consiga trasladarte a su lugar de procedencia, queridos amigos, eso no tiene precio.
Mientras tanto Alejandro, puedo decir que muchos, incluyéndome, estarán de acuerdo de que tomaste un camino difícil y lleno de sacrificios, nunca fue fácil ser pionero en algo, pero estoy seguro que es camino correcto y al igual que lo que haces en la viña, lo que le das a la vida, ella te lo devolverá de la mejor manera.
No pasará mucho tiempo para que Muchada-Leclapart se conviertan en las estrellas del mañana. Como dirían en unos carnavales de nuestro querido Cádiz…!! ¡La que estáis formando Chiquillos!!
Brindemos mientras podamos
Muchos os preguntaréis qué pasa después de la vendimia y cuándo las bodegas empiezan a vinificar. ¿Qué pasa con la viña? ¿Se deja tal cual y nos olvidamos hasta el año que viene? La respuesta es no. El trabajo es incesante. Apenas ha terminado el
Arrayán, diversidad a orillas de Gredos
Seguro que alguna vez habéis oído a alguien decir que “Madrid está cerca de todo”. Pues bien, tiene su parte de razón, y es una suerte poder coger el coche y en apenas una hora de Madrid conocer lugares maravillosos. A orillas de Gredos, en